¿Por qué mi perro orina sangre?
La presencia de sangre en la orina se denomina hematuria y es un signo frecuente en perros, pudiendo deberse a múltiples causas. Los perros pueden orinar sangre, pero esto no siempre implica que se trate de una emergencia veterinaria.
No obstante, es interesante que sepas qué puede estar pasándole a tu perro y decidir pedir cita con el veterinario. En este artículo esclarecemos algunas dudas.
MI PERRO ORINA SANGRE: ¿QUÉ LE OCURRE?
La orina de los perros tiene un color amarillento más o menos intenso pudiendo variar en función de factores como el contenido en urocromos (deshechos procedentes de la hemoglobina), la concentración o el PH.
No todas las variaciones de coloración en la orina se deben a la sangre ni implican la existencia de enfermedad. Existen otros pigmentos como la mioglobina o la bilirrubina en o pigmentos alimentarios, que pueden producir cambios en la orina.
Sin embargo, la presencia de orina en la sangre a nivel macroscópico (visible a simple vista con un color rosado, rojo o marrón) o microscópico es, generalmente, un hallazgo patológico. Si tu perro orina sangre es recomendable acudir lo más pronto posible, especialmente para prevenir posibles casos de traumatismos o enfermedades urológicas obstructivas. Dado que siempre es un indicativo de enfermedad, es mejor contar con la ayuda de una persona especialista que proceda a evaluar la situación sin demora.
CAUSAS DE LA PRESENCIA DE SANGRE EN LA ORINA
La hematuria en perros puede deberse a múltiples causas que generalmente involucran al sistema urogenital o al sistema hemostático (coagulación). Sin embargo, en algunas ocasiones, también puede deberse a una patología sistémica secundaria o enfermedad subyacente. Las causas más frecuentes son:
Patologías de las vías urinarias (uretra, vejiga y uréteres): inflamaciones e infecciones de la uretra y la vejiga (uretritis, cistitis), cálculos (urolitiasis), neoplasias (carcinoma y hemangioma), malformaciones (uréteres ectópicos) o traumatismos (golpes y traumas).
Patologías renales: enfermedades infecciosas o parasitarias (Ehrlichiosis, Leptospirosis), inflamaciones del glomérulo y médula renal (glomerulonefritis, pielonefritis), traumatismos renales, cálculos en riñón (litiasis renal) o enfermedad poliquística renal.
Patologías genitales: inflamación de la próstata (prostatitis) e hiperplasia prostática, traumatismos, neoplasias (tumor venéreo transmisible), celo (proestro), inflamación de la vagina(vaginitis), inflamación del útero (endometritis) o infección purulenta del útero (piómetra).
Alteraciones de la hemostasia: coagulación intravascular diseminada, hemofilia, intoxicación por anticoagulantes como las cumarinas (rodenticidas), fármacos (aspirina, antibióticos) etc.
SIGNOS QUE PUEDEN ACOMPAÑAR A LA HEMATURIA
En función de la causa que produce la hematuria (presencia de sangre en la orina), podemos encontrar otras manifestaciones asociadas.
En los trastornos de la hemostasia pueden aparecer otras hemorragias más o menos extensas en diferentes partes del cuerpo como sangrado nasal (epistaxis), petequias en piel y mucosas o sangrado rectal (hematoquecia).
Por el contrario, las enfermedades urológicas localizadas pueden acompañarse de signos y síntomas como polaquiuria (aumento de la frecuencia de micciones), incontinencia o disuria (dificultad o dolor en la micción), así como fiebre, dolor, apatía, vómitos y anorexia en patologías sistémicas.
La observación de la frecuencia y momento en que se produce la hematuria puede dar información valiosa para identificar la procedencia de sangre en la orina de tu perro y facilitar el diagnóstico.
Por ejemplo: si el sangrado se produce al principio de la micción es más probable que proceda de la uretra o sea de origen genital. Si se produce al final de la micción, entonces es probable que proceda de la vejiga. Sin embargo, si ocurre durante toda la micción, podría ser un origen renal, prostático o un trastorno de la hemostasia.
Aquellas situaciones en las que se sabe que la causa es un golpe o traumatismo, revisten mayor urgencia, sobre todo si la hematuria es severa.
Diagnósticos habituales en base a las siguientes pruebas:
Anamnesis y exploración física completo: Observación de la mucosa oral para valorar el grado de anemia (palidez, aumento del tiempo de relleno capilar) y la presencia de hemorragias en distintas localizaciones que pueden indicar un trastorno de la coagulación (coagulopatías, intoxicación, etc.), palpación renal, vesical y genital (en macho palpación de la próstata).
Realizar un análisis de sangre: Hemograma para valorar el grado de anemia (glóbulos rojos) si la hubiera, la función plaquetaria (coagulación) y otras alteraciones leucocitarias (glóbulos blancos) indicativas de infección, junto con un análisis bioquímico para valorar la función renal y otras patologías subyacentes. Pruebas específicas de coagulación también pueden ser muy útiles en algunos casos.
Toma de muestra para urianálisis: Idealmente la orina se toma directamente de la vejiga por punción o cistocentesis para obtener una muestra estéril, aunque también puede realizarse mediante otras técnicas como sondaje uretral o recogiendo directamente la muestra durante la micción. Posteriormente, el análisis de la orina mediante tiras colorimétricas, refractómetro y análisis del sedimento al microscopio puede dar un diagnóstico directo en muchos casos.
Otras pruebas complementarias: Puede que sea posible proceder a realizar un diagnóstico por imagen (ecografía abdominal, radiografía o Tac), cistoscopia y vaginoscopia, o la obtención de biopsias pueden estar indicadas para valorar alteraciones morfológicas, cálculos o neoplasias en las vías urinarias y genitales.
SANGRE EN LA ORINA: TRATAMIENTO A SEGUIR
El tratamiento de los casos de hematuria se instaura en función de la causa primaria o secundaria que la produce. No es lo mismo, por ejemplo, el tratamiento de una enfermedad infecciosa que origina la hematuria que un traumatismo vesical o una intoxicación.
En el caso de infecciones del sistema genitourinario, generalmente un tratamiento etiológico basado en antibióticos y antiinflamatorios de elección para cada caso suele ser suficiente.
El tratamiento de los urolitos a nivel tanto de las vías urinarias altas como bajas se basa en su disolución mediante la dieta y suplementos alimenticios que ayuden a modificar el pH urinario, estando indicado el uso de antibióticos en muchos casos, y pudiendo ser necesaria la extracción quirúrgica.
Las alteraciones de la hemostasia requieren de un tratamiento específico farmacológico para cada causa concreta. Y, en general, las patologías del aparato genital pueden requerir tratamientos farmacológicos a base de antibióticos, antiinflamatorios, analgésicos y hormonas o cirugía (extirpación de masas, reconstrucción de malformaciones o esterilización).
MI PERRO ORINA SANGRE: QUÉ PUEDES HACER PARA PREVENIRLO
En materia de prevención la alimentación y la hidratación juega un papel fundamental con respecto a las infecciones y cálculos de las vías urinarias. Otras medidas preventivas pueden enfocarse en la esterilización de aquellos machos y hembras que sufren trastornos hormonales y no van destinados a la reproducción.
Las desparasitaciones rutinarias, las revisiones periódicas, los paseos frecuentes y un refuerzo de su alimentación son claves. Puedes seguir leyendo en este enlace para saber cómo evitar problemas ayudando a tu perro con una alimentación adecuada.