Cuando hablamos del gato europeo, nos referimos al doméstico, común y clásico. El origen de estos animales no está del todo claro, pero la teoría más común es que llegaron provenientes del Norte de África, hace más de 2000 años.
Sus antecesores podrían ser el gato montés y el gato de la jungla, del que desciende el gato silvestre, y de la evolución de éste, por último, surge el gato europeo de pelo corto que hoy conocemos.
Se caracteriza por tener una personalidad muy fuerte y ser capaz de desenvolverse bien solo. Su instinto de supervivencia, unido a su notable inteligencia, predicen su facilidad para adaptarse a cualquier entorno y, sobre todo, para ganarse la confianza de las personas.
El gato europeo goza de un carácter particular que, posiblemente, deba a su pasado silvestre. Se trata de un gato independiente, inteligente y audaz, con un gran instinto de supervivencia, basado en la búsqueda de afecto y comida. Es muy intuitivo y siempre está alerta de lo que pasa a su alrededor, motivo por el que no se mostrará confiado con gente que no le es familiar.
Es un gato muy leal y mimoso con su dueño: él sabe quién le da de comer y lo cuida. Pero, no se fiará de cualquiera.
Es tímido y muy protector de su territorio. Se las ingeniará para demostrar que es el rey de la casa.
También, un cazador de primera, por eso, si tiene acceso al exterior, es posible que desaparezca durante unas horas movido por su instinto cazador. Son gatos con buena forma física que no se cansarán de jugar cuando se lo propongan, pero que no lo harán cuando no les apetezca.