A pesar de todos sus encantos, los ojos de los gatos son delicados y en absoluto inmunes a las enfermedades.
Los gatos husmean por lugares en los que puede haber polvo y suciedad y por eso debes limpiar sus ojos frecuentemente, para que no se acumulen suciedad en ellos y liberarlos de las lagañas que se suelen quedar alrededor.
Aunque los ojos de un gato no necesitan un mantenimiento particular, debes estar preparado para cualquier contratiempo. El primer síntoma de que hay un problema en sus ojos es un lagrimeo constante. Puede haberle entrado polvo o alguna partícula extraña y que haya desembocado en una infección; o puede haberse obstruido el conducto nasolacrimal. Esas obstrucciones pueden ser temporales y no son peligrosas pero requieren de tu cuidado y atención. De hecho, algunos gatos de raza -como los Persas- tienden a tener problemas en los lagrimales y es necesario una vigilancia diaria.