Displasia de cadera en perros: razas más predispuestas y su tratamiento

La laxitud de la cadera es una de las causas más frecuentes de la displasia de cadera en perros. Esto quiere decir que la cadera se mueve más de lo normal. A mayor rango de movimiento, la articulación va acumulando pequeños traumatismos que causan una inflamación continua de los cartílagos, los huesos y el resto de los tejidos que conforman la cadera.

La laxitud tiene su origen en la conformación del perro. En la forma o ángulos que adquieren las articulaciones y la cantidad de masa muscular que tengan. Es decir, está determinado por la genética del perro. Mientras que hay perros más alargados y esbeltos, otros tienen una forma más compacta y corta. Esta conformación afecta a la forma en que se mueven, cómo se doblan las articulaciones y de qué forma soportan los impactos.

Los perros que presentan displasia de cadera tienen una forma diferente a la considerada normal, concretamente en la cabeza del fémur y la parte cóncava y redondeada de la pelvis donde encaja el fémur. Las articulaciones normales presentan ambas partes redondeadas y lisas, por lo que rozan suavemente entre ellas al moverse. Cuando hay displasia, estas partes presentan irregularidades, lo que dificulta el roce y, con el tiempo, aparece el dolor. 

En los casos avanzados, el cartílago y el hueso se deterioran mucho, lo que puede provocar que el fémur llegue a salirse de la pelvis provocando una luxación de cadera. Esta condición impide al perro caminar e incluso moverse. Es muy dolorosa.

Si la displasia de cadera no se trata, con el tiempo puede llegar a provocar artrosis avanzada. Los perros que tienen artrosis caminan con mucha dificultad, les cuesta tumbarse y levantarse y manifiestan mucho dolor. Todo ello merma considerablemente su calidad de vida.

Pastor Alemán.

Labrador Retriever.

Golden Retriever.

San Bernardo.

Rottweiler.

Terranova.

Dogo de Burdeos.

Mastín Napolitano.

Boyero de Berna.

Algunos perros, especialmente los más jóvenes, podrían no manifestar dolor o alteraciones en el movimiento. Esto dificulta diagnosticar la displasia; sin embargo, conviene sospechar si el perro es de determinada raza o tiene un tamaño considerable. Ojo, tampoco hay que descartarla en caso de que sean de una raza pequeña.

Es recomendable llevar con frecuencia a tu perro al veterinario para que lo exploren y reconozcan su estado de salud. En caso de padecer displasia de cadera, el veterinario deberá valorar si tu perro cojea o tiene molestias al moverse. Para ello, el profesional doblará y estirará sus caderas para comprobar si tiene dificultades o experimenta dolor al doblar las articulaciones.

Para hacer un diagnóstico certero, el veterinario realizará pruebas de imagen, como las radiografías con técnicas específicas. En caso de ser necesario, el profesional podría pautar una resonancia magnética.

Antiinflamatorios para el dolor y la inflamación. Hay perros que también pueden beneficiarse de anticuerpos monoclonales.

Suplementos nutricionales que pueden ayudar a mantener la salud de las articulaciones o ralentizar su degeneración. Algunos ejemplos son los ácidos grasos omega-3 y omega-6, o los condroprotectores. Por ejemplo, ARTICULAR STICKS de ADVANCE.

Ejercicio moderado, según el estado de cada perro, ayuda a mantener o desarrollar masa muscular, estabilizar la cadera y conservar la buena salud de los cartílagos. La actividad, además, mantiene a raya enfermedades indeseadas como la obesidad, pues el incremento de peso afectaría negativamente a la movilidad de la articulación.

La fisioterapia mejora la calidad de vida y favorece el tono muscular de los perros. Contribuye a frenar el desarrollo de la artrosis en la cadera.

Las terapias alternativas han demostrado tener cierta eficacia y pueden ayudar a controlar el dolor y mejorar el bienestar del perro. Nos referimos a la acupuntura, aceites medicinales, derivados del cáñamo o la medicina oriental. No obstante, no existe suficiente evidencia científica, por lo que lo más recomendable es dejarse asesorar por el veterinario.

En última instancia, tu veterinario podría indicar una cirugía que corrija el problema principal. De este modo se corrige de forma permanente la posición de la cadera. Muchos perros mejoran significativamente y pueden hacer vida normal después de la intervención; otros podrían necesitar medicación y fisioterapia, especialmente en estados avanzados de la enfermedad.

No esterilizar a los perros de raza grande a edades tempranas. Esta práctica se ha comprobado que aumenta el riesgo de padecer displasia de cadera. Es recomendable consultar con el veterinario para elegir el momento adecuado según las características y contexto de cada perro.

Es importante fomentar las buenas prácticas de cría, con criadores que desarrollen líneas de cachorros procedentes de progenitores que no tengan rasgos genéticos de displasia.

Los perros con predisposición a la displasia deben tener una dieta adecuada y ejercicio moderado que evite la obesidad. El sobrepeso es un factor de riesgo para perros con predisposición a la displasia. Razas como el Labrador Retriever tienen tendencia a engordar, por lo que es necesario procurar una dieta balanceada. Una buena dieta es VETERINARY DIETS-ARTICULAR REDUCED CALORIES.

El ejercicio moderado es saludable y ayuda al mantenimiento de las articulaciones. Un buen tono muscular en el perro es necesario para su buena salud ósea y articular.

Es imprescindible acudir al veterinario para revisiones periódicas. Es fundamental, ante cualquier signo de displasia, aplicar un plan preventivo que evite la progresión de la lesión.